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Iván Prado. Imagen: Festiclown Palestina. |
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Iván Prado / Palestina
¡¡Izar la mayor!! ¡¡Cuarenta grados al oriente contramaestre!!
Este barco ya zarpa rumbo a “otro mundo es posible”, tripulado por cuarenta marineros y marineras bregados en las más hermosas travesías por los mares del circo y de la risa; sus bodegas van cargadas de ilusión y solidaridad.
Tres nacimientos:
Hace ocho años, por estas fechas, junto a dos náufragos más (Mikio y Johns Pappila), nuestro bote llegó a este país sin Estado, era la segunda Intifada y además de abrazos y millones de risas nos cayeron morteros, misiles y muchas broncas de los militares israelitas que ocupan Palestina a fuego y sangre.
Arafat estaba sitiado en la Mukata, Ramala parecía sacada de una película norteamericana de la Segunda Guerra Mundial, y nosotros hacíamos espectáculos en campos de refugiados y en *checkpoints*, entrábamos de forma clandestina en Belén y salíamos por patas de Gaza.
Justamente en Gaza comenzó esta travesía. Una mujer se me acercó al finalizar el “chou” con los ojos brillantes y me dijo en árabe: “gracias por hacer reír a mi hijo, hacía meses que no lo escuchaba reír…”. Desde entonces, cada vez que salgo a actuar, en cualquier camino de montaña de Chiapas o en una casa okupa del Raval, recuerdo esa escena. Primer nacimiento.
Cinco años más tarde Israel bombardea la cárcel a cielo abierto más grande del mundo; mil cuatrocientos muertos, quizás, solo quizás, algunos de ellos sean los niños que dibujaron en las paredes de sus escuelas a un payaso gordo de Lugo. Segundo nacimiento.
Cuatro meses después del genocidio israelí en Gaza, volví a Palestina, esta vez en una embarcación propia: “Payasos en Rebeldía”. Ramala era ya una ciudad moderna sin tanques en sus calles; pude visitar Yenín y Nablús y congeniar con sus gentes y trabajar la risa como bálsamo para el alma. Conocí el Circo Palestino de Ramala y el Pequeño Circo de Nablús y dimos talleres por toda Cisjordania. Esta vez ni siquiera nos paraban en los *checkpoints*. Un día, al despedirme de mis nuevos amigos, una de las profesoras del circo, al ver que yo me emocionaba, me dijo: “eres afortunado por poder llorar, a nosotros ya no nos quedan lágrimas, hemos perdido ese derecho”. Tercer nacimiento.
Hoy llega la mitad de la tripulación del barco de la esperanza a Ben Gurión, y sé que no los van a parar, interrogar, encarcelar y expulsar como me pasó a mí el año pasado.
Hoy de alguna manera ya empieza el Festiclown Palestina, hoy tengo el corazón desbordante de agradecimiento a todos estos profesionales del circo y el teatro que han decidido venir solidariamente a poner su trabajo y su cuerpo al servicio de la humanidad. Hoy camina este sueño que tuve tres veces y que un día quisieron encerrar, hoy tengo que decirle a toda la gente que nos ha ayudado durante estos dos años de duro trabajo: ¡¡lo hemos conseguido!!, hemos atravesado este muro de silencio cómplice y genocida que Israel ha levantado en las conciencias de los gobiernos occidentales.
Por eso, amigos tripulantes, gracias, gracias por hacer que el circo y el clown recuperen la fuerza y el compromiso de otras épocas y épicas, gracias por ser los embajadores de la alegría en un país donde se juega el futuro de toda la humanidad, gracias por compartir este viaje, con sus días de sol abrasador, sus aguas saladas, sus sombras y sus luces.
Quizás cometamos errores durante estos quince días, quizás nos perdamos en alguna tormenta, pero sé que tanto esfuerzo, ilusión y sacrificio llegará a buen puerto: a un nuevo mundo, un mundo donde quepan todas las risas.
Iván Prado, Jerusalén, 31 de agosto del 2011.
Días antes de que la ONU debata el futuro de Palestina.