Los cuatro integrantes de la expedición de Agareso. De izquierda a derecha: Mar Mato (redactora); Hugo Fernández (operador de cámara); Luisa Pérez (redactora); y Pelu Vidal (fotógrafo). |
El equipo de Agareso envió a Israel y a los Territorios Palestinos ya está en Galicia. Nuestro regreso no ha sido fácil. Los últimos tres integrantes de la expedición que permanecíamos en terreno partimos del aeropuerto de Ben Gurion (Tel-Aviv) el domingo. Sabíamos que tendríamos que responder a varias preguntas antes de coger el vuelo. Pero no nos imaginamos que la seguridad de Israel tendría tanto interés en revisar nuestro material y en conocer detalles de nuestras vidas que en absoluto le conciernen.
Israel convierte el famoso “¿tiene usted intención de matar al presidente de Estados Unidos?” en una broma infantil. Nos asusta la frialdad con la que nos tratan . Respondemos a una primera tanda de preguntas. Después nos separan para ver si nuestras versiones sobre el objetivo de nuestro viaje coinciden:
- ¿En qué ciudad te alojaste?
- ¿Qué lugares visitaste?
- ¿Cuál es el fin de vuestro viaje?
- ¿De qué conoces a tus dos compañeros? ¿Qué relación tienes con ellos?
Ninguna de estas cuestiones nos sorprende. Sí las siguientes:
- ¿Con quién vives en España?
- ¿A qué te dedicas?
- ¿De qué vives?
- ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un trabajo fijo?
- ¿Llegaste a Israel con las preguntas ya preparadas para las entrevistas?
- Detállame día por día lo que hiciste. ¿No tienes un calendario de trabajo?
- ¿Con quién hablaste en Gaza?
- ¿Puedes enseñarme las notas que tomaste en Gaza?
Tras la tanda de preguntas, nos conducen a una sala en la que prosiguen el interrogatorio. Nos informan de que Hugo Fernández tendrá que facturar su cámara y de que Pelu Vidal y yo tendremos que hacer lo mismo con nuestros ordenadores.
- Nuestro material es importante.
- ¿Y?
- Que nuestro material es importante.
Les da absolutamente igual. Son siete, ni más ni menos, las personas que se están encargando de revisar todo nuestro material. Nunca pensé que se le podrían dar tantas vueltas a una mochila. También nos cachean; no se quedan solo ahí: me obligan a bajarme los pantalones. Rompen mi intimidad sin suficientes razones para hacerlo. Cuando regreso con mis compañeros veo un trasiego constante de integrantes del cuerpo de seguridad israelí. Se desplazan con nuestros odenadores y nos mandan encenderlos: “I want to know it your computer works”. Me hacen encender el skype en un ejercicio de control que me desespera, también para “I want to know it your computer works”.
Empiezan a circular con cajas blancas para que metamos en ellas los portátiles. Separan las baterías de Hugo de la cámara para que pasen por un control especial. Llevamos más de dos horas aquí dentro y empezamos a preocuparnos por el horario de salida de nuestro vuelo. Ni siquiera hemos podido dirigirnos a los mostradores para coger las tarjetas de embarque.
Los efectivos de seguridad israelí acaban con su pantomima. Hugo y Pelu han conseguido sacar de Israel el disco duro que contiene los vídeos y las imágenes. Estamos agotados y enfadados. Un joven nos conduce con rapidez al avión; una empleada de las líneas aéreas nos informa de que llegamos tarde al embarque mientras pesa nuestras maletas y las cajas con nuestros ordenadores.
Varias horas después llegamos a Vigo. A Pelu le faltan su ordenador y su mochila y a Hugo su ordenador. Su cámara de vídeo está rota. A mí me falta el cargador del portátil, pero pasa un día entero hasta que me doy cuenta.
Israel dice que tiene miedo al terrorismo, pero también tiene miedo de las palabras y de las imágenes. Qué triste.