El espíritu nómada persiste aún en tierras palestinas. En la carretera de Belén a Ramallah, a ambos lados del camino, se agolpan decenas de coches. La música de baile árabe suena con potencia. Las luces del coche descubren en la noche (las ocho de la tarde) una fiesta beduina.
Un joven es alzado al aire durante el baile de la fiesta beduina. Foto: Pelu Vidal |
Ashraf, el guía, habla con los beduinos que permiten al equipo de Agareso acceder a la celebración a pesar de que, entre ellos, se encuentra una mujer. Esa noche, se festejaba una boda y la celebración estaba reservada a los hombres. En teoría, ninguna mujer debería estar presente ya que la novia dispone de una noche propia para su fiesta particular con familiares y amigas del mismo sexo.
Las bodas de los beduinos se prolongan durante tres días. En la primera jornada, almuerzan las familias e invitados juntos. En la segunda y tercera, el novio y la novia mantienen su fiesta particular exclusivamente integrada por miembros de su mismo sexo. No falta el tatuaje en henna en una mano del novio y en otra de la novia.
En esta fiesta, destacan sus coreografías, en las que los hombres forman una línea, bien medio círculo, bien una circunferencia tomados de la mano; con momentos en los que uno se sitúa en el centro. También resalta su forma de vestir. Mientras los mayores del campamento visten de forma tradicional y se mantienen recostados sobre las colchonetas mirando el espectáculo, los jóvenes bailan formando, por veces, una rueda, ataviados con pantalones vaqueros y camiseta. El móvil tampoco falta. Las tecnologías también han prendado a estos nómadas del desierto.
Beduinos recostados en sus tiendas durante la celebración de la boda. Foto: Pelu Vidal |
Aunque en un principio, la única mujer presente en la fiesta recibe el lanzamiento de dos pequeñas piedras en su trasero que le incomodan, minutos después la hospitalidad beduina aflora al invitarla a pasar a las tiendas y sentarse sobre las colchonetas de motivos florales, entre rojos y aterciopelados cojines. De inmediato, a los nuevos "invitados", se les ofrece café como señal de bienvenida al oasis de música; una muestra más de la hospitalidad palestina.
2 comentarios:
Maravillosa forma de narrar el encuentro inesperado. Y enorme fotografía que se convierte en icono.
Gracias, Mar y Pelu.
Case se pode sentir dende aquí a música e o arrecendo a ese café con espírito espía.
Mar,segue a envolvernos coa túa historia e Pelu,coa túa mirada.
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