Un grupo de judíos ultraortodoxos pasea por el centro del asentamiento al lado de un solado israelí. Foto: Pelu Vidal |
L. Pérez/Hebrón
Hebrón es una de las ciudades más importantes de Cisjordania. Tristemente conocida por sus episodios violentos, esta urbe situada al sur de los territorios palestinos constituye un claro ejemplo del dolor que conlleva la falta de entendimiento entre los pueblos. Es un contexto en el que resulta difícil imaginar la paz.
El corazón de Hebrón está tomado por el miedo. El asentamiento judío en el centro de la ciudad (en la calle Shuhada) motiva la presencia de varios cientos de militares israelíes, que vigilan los accesos a la zona. Sin embargo, las armas no son sólo para los soldados: al mediodía un ciudadano judío ultraortodoxo cruza la calle con una escopeta al hombro. No hay humo, pero es como estar en un lugar que acaba de ser tomado por un ejército tras un conflicto armado.
Punto de control de acceso al asentamiento israelí en Hebron. Foto: Pelu Vidal |
El corazón de Hebrón está tomado por el miedo. El asentamiento judío en el centro de la ciudad (en la calle Shuhada) motiva la presencia de varios cientos de militares israelíes, que vigilan los accesos a la zona. Sin embargo, las armas no son sólo para los soldados: al mediodía un ciudadano judío ultraortodoxo cruza la calle con una escopeta al hombro. No hay humo, pero es como estar en un lugar que acaba de ser tomado por un ejército tras un conflicto armado.
Ashraf, cooperante de Asamblea de Cooperación por la Paz, acompaña al equipo de Agareso en su expedición por Hebrón. Ashraf es palestino, y nunca antes ha pisado este barrio, en el que los carteles rezan: “Los árabes nos robaron esta tierra”. Dos discursos opuestos. Ashraf explica que la cara de la calle no es la misma desde el cierre de los accesos: “Todo esto porque desemboca en un asentamiento de colonos judíos”, comenta.
Una vista de la ciudad de Hebrón. Foto: Pelu Vidal |
1 comentario:
Ya salió Pelu de las oficinas, y ya empieza a disparar en la calle. Con su espíritu revolucionario, y armado de su objetivo de fabricación casera, se convierte en un sujeto muy incómodo.
Tú sigue, Pelu, que nosotros te seguimos.
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