Un grupo de pescadores en Gaza. L.P. |
L. Pérez/Gaza
Es difícil imaginar qué supuso para los palestinos recuperar la playa de la Franja. De sus explicaciones se deduce que se sienten afortunados por poder disfrutar de un lugar al que antes tenían el acceso vetado. Fortuna sólo relativa, porque unas millas más allá de la línea de costa están los barcos del ejército israelí encargados de velar por el cumplimiento del bloqueo marítimo a esta zona de los territorios palestinos.
Las embarcaciones militares de Israel están a unos seis kilómetros de la costa. Los barcos de Gaza pueden adentrarse en el mar 5,5 kilómetros (tres millas náuticas), una cantidad que ahoga a los pescadores de la Franja. “No hay pescado en esas tres millas. Está mar adentro”, manifiestan unos hombres que muestran las capturas del día: no hay ni diez ejemplares en su pequeña barca. Otros han tenido algo más de suerte.
Intentar avanzar hacia los barcos israelíes es jugarse la vida. Perder su pequeño bote en un tiroteo es lo mínimo que le puede suceder a un pescador atrevido. Las advertencias que reciben del ejército son contundentes: “No entren, fuera; no entren, Fuera”. Quienes nunca llegaron a internarse fueron los integrantes de la Flotilla de la Libertad, la expedición que saltó a la primera plana de los periódicos de más de medio mundo cuando fue interceptada por Israel en un intento de llevar ayuda humanitaria a los palestinos. En Gaza se recuerda a los fallecidos porque sus nombres están escritos en un lugar público. Sucedió en esta misma costa. Han pasado algunos meses. Gaza sigue pasando hambre.
1 comentario:
Una visión de la Franja en la que nunca me había detenido. A una playa se le presupone un lugar de tranquilidad, pero si estás vigilado por barcos israelís a tan sólo unos kilómetros dudo que logres tal sensación.
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